La trágica vida y muerte de Alfonso Mejía, el último gran actor de la película “Los Olvidados”

La trágica vida y muerte de Alfonso Mejía, el último gran actor de “Los Olvidados”, ha resonado con fuerza en el mundo del cine mexicano tras su fallecimiento el 29 de diciembre de 2021 a los 87 años. Su muerte, casi ignorada por los medios y las instituciones culturales, ha dejado un vacío en la memoria de un artista que, a pesar de haber sido el corazón de una obra maestra de Luis Buñuel, vivió en el silencio y el olvido durante décadas. Mejía, quien se convirtió en un símbolo de la vulnerabilidad y la lucha en la Ciudad de México, se alejó de la fama sin aviso, dejando tras de sí una historia de sacrificio y desapego.

Alfonso Mejía, nacido en 1934, saltó a la fama a los 15 años al interpretar a Pedro en “Los Olvidados”. Esta película, que expone la cruda realidad de la pobreza y la violencia en los barrios marginales, no solo marcó su carrera, sino que también dejó una huella imborrable en el cine mexicano. A pesar de su talento excepcional, Mejía optó por una vida alejada del espectáculo, buscando la paz lejos de las luces.

Tras su actuación en “Los Olvidados”, Mejía continuó su carrera en el cine, pero su deseo de privacidad lo llevó a rechazar la fama. A mediados de los años 60, su presencia en la industria disminuyó, y en 1970, se retiró sin hacer ruido. Su decisión de abandonar el cine fue motivada por una búsqueda de tranquilidad y un amor profundo que encontró en su esposa, Carmelita.

Durante su vida posterior, Mejía se dedicó a la producción y la enseñanza, manteniendo un perfil bajo y evitando la atención mediática. A pesar de su legado, su muerte pasó desapercibida, sin homenajes ni reconocimientos que celebraran su contribución al cine. Esta falta de reconocimiento ha generado reflexiones sobre la fragilidad de la memoria institucional y el olvido que enfrentan muchos artistas.

La interpretación de Mejía como Pedro ha sido reconocida como una de las más poderosas en la historia del cine, y su legado perdura en la influencia que tuvo en generaciones posteriores de actores. Sin embargo, su vida y su obra nos recuerdan que, a menudo, aquellos que dan forma a nuestra cultura son los que más fácilmente se desvanecen en el olvido.

Hoy, con su partida, es crucial recordar a Alfonso Mejía no solo como un actor, sino como un símbolo de la lucha contra el olvido. Su historia es un llamado a honrar a quienes, sin buscar reconocimiento, han dejado una marca indeleble en nuestra historia cultural. La memoria de Mejía, aunque silenciosa, sigue viva en cada proyección de “Los Olvidados”, donde su mirada atormentada sigue resonando con la realidad de muchos.