El mes más caótico del tenis moderno tuvo un nombre propio: Carlos Alcaraz. En medio de una oleada de separaciones explosivas entre jugadores y entrenadores, la ruptura entre el número uno del mundo y Juan Carlos Ferrero cayó como una bomba nuclear en el circuito. No fue un cambio por desesperación. No fue una reacción a la derrota. Fue algo mucho más inquietante.

Porque Alcaraz no estaba en crisis. Tenía dos Grand Slams en su vitrina, el ranking mundial en sus manos y el aura de invencibilidad que define a una superestrella. Y aun así, decidió romper con el hombre que lo había llevado hasta la cima. Un movimiento sin precedentes que dejó al tenis preguntándose si el joven rey estaba huyendo del pasado… o preparando algo aún más grande.

En su nuevo pódcast Off Court with Greg, el ex número uno británico Greg Rusedski se atrevió a mirar hacia el futuro de Alcaraz —y lanzó un nombre que encendió el incendio definitivo: Rafael Nadal. La idea de que el 22 veces campeón de Grand Slam pudiera regresar al circuito como entrenador, apoyado en el éxito de su academia, sonó como una fantasía épica. ¿El Rey de la Arcilla guiando al heredero? Para algunos, un traspaso divino de poder.

Pero Rusedski fue implacable. Cortó el rumor de raíz con una frase que cayó como agua helada: “No creo que Rafael Nadal esté en un momento de su vida en el que quiera volver al circuito y viajar cada semana.” Sin dramatismos. Sin épica. Solo realidad. Nadal, según él, ya cerró ese capítulo.
Aun así, la duda quedó sembrada. Porque cuando un campeón en la cima rompe con su mentor, no es un adiós cualquiera. Es una señal. Y mientras el nombre de Nadal flota como un fantasma imposible, Alcaraz avanza solo, sabiendo que cada decisión que tome ahora puede definir no solo su carrera… sino la próxima era del tenis 🎾🔥