La noticia parecía sacada de un cuento familiar… hasta que comenzaron a circular detalles que transformaron el nacimiento del segundo hijo de Rafael Nadal en uno de los eventos más comentados —y misteriosos— del año.

Hace tres años llegó al mundo Rafael Nadal Jr., el primogénito. Pero en abril, la pareja sorprendió a todos anunciando que un nuevo integrante venía en camino. Los fans celebraron, la prensa tomó nota… y Mallorca entera contuvo la respiración.
El gran día llegó este jueves, cuando nació el pequeño Miquel Nadal Perelló. Pero lo que llamó la atención no fue solo el nacimiento, sino la inusual movilización familiar que se vivió al día siguiente: según el diario Última Hora, parientes de todas partes de España acudieron al hospital como si asistieran a un acontecimiento “de relevancia histórica”, en palabras de un testigo. Algunos incluso aseguraron haber visto un convoy de seguridad mayor al habitual para una familia privada.
El sábado, Nadal y Perelló abandonaron el hospital. Madre e hijo estaban perfectamente… aunque fuentes no oficiales aseguran que el personal médico firmó acuerdos de confidencialidad poco habituales en este tipo de casos.
Y entonces llegó la verdadera sorpresa:

el pequeño Miquel, recién nacido, ya ha recibido un honor que muy pocos podrían imaginar.
Debido a que su padre fue nombrado este año Marqués de Llevant de Mallorca, un título nobiliario hereditario otorgado directamente por el Rey de España, el bebé —con solo días de vida— se convierte automáticamente en heredero de un linaje que parecía extinto.
Algunos medios incluso lo han llamado, medio en broma, medio en serio:
“el Marqués bebé”.
Durante su embarazo, Perelló asistió a numerosos eventos, incluida la gala de los Premios Laureus en Madrid. Su última aparición pública antes del parto fue en Disneyland París, justo después de que Nadal recibiera una placa conmemorativa en Roland Garros, un gesto que muchos interpretaron como el cierre simbólico de una era… y el comienzo de otra.
Nadal, por su parte, siempre se ha mostrado como un padre entregado. Ya había confesado lo intenso —y abrumador— que fue el nacimiento de su primer hijo:
“Todo es nuevo. Aprendes cada día. Nada es predecible.”

Pero esta vez, quienes lo vieron salir del hospital afirman que el tenista tenía una mirada distinta: una mezcla de ternura… y una extraña solemnidad.
En una entrevista anterior, había explicado que ser padre lo cambió para siempre:
“Es un cambio total. Cualquiera que sea padre lo entiende.”
Sin embargo, también había dicho algo que ahora resuena con fuerza:
“Las cosas serían diferentes si mi mujer no quisiera viajar. Pero no es así.”
Y justo ahí comenzaron las especulaciones:
¿A qué se refería exactamente?
¿Se avecina un cambio radical en la vida de los Nadal?
¿Viajes oficiales? ¿Deberes nobiliarios? ¿Responsabilidades inesperadas?